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martes, octubre 10, 2006

Recordando al Dr. Ernesto "Che" Guevara de la Serna

Carta Abierta a Ernesto Che Guevara

por Luiz Alvarez Monday,

luizo_alvarez@yahoo.es

Desde donde estás, Che, bendícenos a todos los que comulgamos tus ideales y tus esperanzas. Bendice también a los que se cansaron, se aburguesaron o hicieron de la lucha una profesión en beneficio propio. Bendice a los que tienen vergüenza de confesarse de izquierda y declararse socialista. Amen
Pasaron treinta años desde que la CIA te asesinó en las selvas de Bolivia, el 9 de octubre de 1967. Tú tenías, entonces, treinta y nueve años. Pensaban tus verdugos que, al clavar balas en tu cuerpo, después de capturarte vivo, condenarían tu memoria al olvido.

Ignoraban que, al contrario de los egoístas, los altruistas jamás mueren. Sueños de libertad no se confinan en jaulas como a pájaros domesticados. La estrella de tu boina brilla más fuerte, la fuerza de tus ojos guía generaciones por las veredas de la justicia, tu semblante sereno y firme inspira confianza en los que combaten por la libertad. Tu espíritu trasciende las fronteras de la Argentina, de Cuba y de Bolivia y, llama ardiente, todavía hoy inflama el corazón de muchos revolucionarios.

Cambios radicales ocurrieron en esos treinta años. El Muro de Berlín cayó y enterró al socialismo europeo. Muchos de nosotros sólo ahora comprendemos tu osadía de apuntar en 1965, en Argel, las rajaduras en las murallas del Kremlin, que nos parecían tan sólidas. La historia es un río veloz que no ahorra obstáculos. El socialismo europeo intentó congelar las aguas del río con el burocratismo, el autoritarismo, la incapacidad de extender a lo cotidiano el avance tecnológico propiciado por la carrera espacial y, sobre todo, se revistió de una racionalidad economicista que no echaba raíces en la educación subjetiva de los sujetos históricos: los trabajadores.

Quién sabe si la historia del socialismo sería otra, hoy, si hubiesen dado oídos a tus palabras: "el Estado se equivoca a veces. Cuando una de esas equivocaciones se produce, se nota una disminución del entusiasmo colectivo por efectos de una disminución cuantitativa de cada uno de los elementos que lo forman, y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes; es el instante de rectificar".

Che, muchos de tus recelos se confirmaron a lo largo de esos años y contribuyeron al fracaso de nuestros movimientos de liberación. No te oímos lo suficiente.

Desde África, en 1965, escribiste a Carlos Quijano, del periódico Marcha, de Montevideo: "Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad".

Esta advertencia coincide con lo que el apóstol Juan, exiliado en la isla de Patmos, escribió en el Apocalipsis hace dos mil años, en nombre del Señor, a la Iglesia de Efeso: "Yo conozco tus obras y tus trabajos y sé que sufres pacientemente. No puedes tolerar a los malos, sometiste a prueba a los que se llaman a sí mismos apóstoles y los hallaste mentirosos. Tampoco te falta la constancia; has padecido por mi nombre sin desanimarte. Sin embargo, tengo en contra tuya el que has perdido tu amor del principio"(2,2-4).

Algunos de nosotros, Che, abandonaron el amor a los pobres que, hoy, se multiplican en la Patria Grande latinoamericana y en el mundo. Dejaron de guiarse por grandes sentimientos de amor para ser absorbidos por estériles disputas partidarias y, a veces, hacen de amigos, enemigos, y de los verdaderos enemigos, aliados. Minados por la vanidad y por la disputa de espacios políticos, ya no traen el corazón calentado por ideales de justicia. Quedaron sordos a los clamores del pueblo, perdieron la humildad del trabajo de base y, ahora, cambian utopías por votos.

Cuando el amor se enfría, el entusiasmo se afloja y la dedicación se retrae. La causa como pasión desaparece, como la fantasía entre una pareja que ya no se ama. Lo que era "nuestro" resuena como "mío", y las seducciones del capitalismo debilitan principios, transmutan valores y, si todavía proseguimos en la lucha, es porque la estética del poder ejerce mayor fascinación que la ética del servicio.

Tu corazón, Che, latía al ritmo de todos los pueblos oprimidos y espoliados. Peregrinaste de la Argentina a Guatemala, de Guatemala a México, de México a Cuba, de Cuba al Congo, del Congo a Bolivia. Saliste todo el tiempo de ti mismo, exaltado por el amor que, en tu vida, se traducía en liberación. Por eso podías afirmar, con autoridad, que "hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de sentido de la justicia y de la verdad para no caer en extremos dogmáticos, en escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas. Todos los días hay que luchar por que ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización".

¡Cuántas veces, Che, nuestra dosis de humanidad se resecó, calcinada por dogmatismos que nos llenaron de certezas y nos dejaron vacíos de sensibilidad con los dramas de los condenados de la Tierra!¡Cuántas veces nuestro sentido de justicia se perdió en escolasticismos fríos que proferían sentencias implacables y proclamaban juicios infamantes!¡Cuántas veces nuestro sentido de la verdad se cristalizó en ejercicio de autoridad, sin que correspondiésemos a los anhelos de los que sueñan con un pedazo de pan, de tierra, de alegría!

Un día tú nos enseñaste que el ser humano es el "actor de ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo, en su doble existencia de ser único y miembro de la comunidad". Y que éste es un "producto no acabado. Las taras del pasado se trasladan al presente en la conciencia individual y hay que hacer un continuo trabajo para erradicarlas". Quizá nos ha faltado subrayar con más énfasis los valores morales, las emulaciones subjetivas, los anhelos espirituales. Con tu agudo sentido crítico, cuidaste de advertirnos que "el socialismo es joven y tiene errores. Los revolucionarios carecemos, muchas veces, de los conocimientos y la audacia intelectual necesarios para encarar la tarea del desarrollo del hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales y los métodos convencionales sufren de la influencia de la sociedad que los creó".

A pesar de tantas derrotas y errores, tuvimos conquistas importantes a lo largo de esos treinta años. Movimientos populares irrumpieron en todo el Continente. Hoy, en muchos países, son mejor organizados las mujeres, los campesinos, los obreros, los indios y los negros. Entre los cristianos, una parte significativa optó por los pobres y engendró la Teoría de la Liberación. Extrajimos considerables lecciones de las guerrillas urbanas de los años 60; de la breve gestión popular de Salvador Allende; del gobierno democrático de Maurice Bishop, en Granada, masacrado por tropas de los Estados Unidos; de la ascensión y caída de la Revolución Sandinista; de la lucha del pueblo de El Salvador. En Brasil, el Partido de los Trabajadores promueve, en una centena de ciudades administradas por los militantes, una "revolución de baja intensidad"; en Guatemala, las presiones indígenas conquistan espacios significativos; en México, los zapatistas de Chiapas ponen al desnudo la política neoliberal.
Hay mucho que hacer, querido Che. Preservamos con cariño tus mayores herencias: el espíritu internacionalista y la Revolución Cubana. Una y otra cosa hoy se intercalan como un solo símbolo. Comandada por Fidel, la Revolución Cubana resiste al bloqueo imperialista, a la caída de la Unión Soviética, a la carencia de petróleo, a los medios que tratan de satanizarla. Resiste con toda su riqueza de amor y humor, salsa y merengue, la defensa de la patria y la valoración de la vida. Atenta a tu voz, ella desencadena el proceso de rectificación, conciente de los errores cometidos, y empeñada, a pesar de las dificultades actuales, en hacer realidad el sueño de una sociedad donde la libertad de uno sea la condición de justicia del otro.

Desde donde estás, Che, bendícenos a todos los que comulgamos tus ideales y tus esperanzas. Bendice también a los que se cansaron, se aburguesaron o hicieron de la lucha una profesión en beneficio propio. Bendice a los que tienen vergüenza de confesarse de izquierda y declararse socialistas. ´

Bendice a los dirigentes políticos que, una vez destituidos de sus cargos, nunca más visitaron una favela o apoyaron una movilización. Bendice a las mujeres que, en la casa, descubrieron que sus compañeros eran lo contrario de lo que ostentaban fuera, y también a los hombres que luchan por vencer el machismo que los domina. Bendícenos a todos los que, delante de tanta miseria para erradicar vidas humanas, sabemos que no nos resta otra vocación sino la de convertir corazones y mentes, revolucionar sociedades y continentes. Sobre todo, bendícenos para que, todos los días, seamos motivados por grandes sentimientos de amor, de modo de recoger el fruto del hombre y de la mujer nuevos.(http://colombia.indymedia.org).

Esta semana

http://televisionciudadana.blogspot.com

recordando al "Che" Guevara estará pasando videos sobre pasajes de su lucha guerrillera. No te los pierdas.

Hoy te pasamos aquí el video

"HASTA SIEMPRE COMANDANTE"


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